martes, 15 de diciembre de 2009

FALAZ

Tesis: El hombre crea a semejanza de Dios, pero de manera incompleta e imperfecta.
Hipótesis: Dios crea y creó al hombre a imagen y semejanza.
Supuestos:
  • Existe un Dios que crea y elige mundos posibles perfectos para actualizarlos.
  • Ese Dios ve todo lo posible y lo actual.
  • Ve el tiempo en tanto una unidad; un presente. Pasado, presente y futuro son una única cosa en este instante para él.
  • El criterio de elección es la perfección en tanto armonía universal, y esto obedece al Bien, o lo que para Dios es el Bien.
  • Somos a Dios, lo que la gota del océano es al océano.
Problemas o contra-supuestos:
  • El aspecto esotérico de la teoría sostiene que Dios “pone en marcha” el mundo y la selección es por eliminación. Lo imperfecto no se realiza.
  • Dios es observador pero no intercede.
  • Si no elige, el criterio es inherente al mundo. La elección se da en el mismo funcionamiento.
  • Esta analogía trae ciertas consecuencias que no quisiéramos aceptar y se infiere de los contra-supuestos; no tenemos capacidad para elegir, somos observadores de nuestro acontecer en el mundo, y lo que creamos se nos impone. Viene a nosotros.
De los contra-supuesto llegamos a que el hombre no crea, sino que una vez creado solo deviene. Una vez puesta su vida en movimiento sigue el ritmo que lo arrastra, fluye según la esencia que le fue dada y le es propia.
Sin embargo preferimos pensar que tenemos libertad moral y no estamos determinados al bien o al mal desde el principio, aunque no podamos ser otros que nosotros mismos y esté en nuestro ser todo predicado posible ya dicho.
Dejando este problema de lado, ¿creamos o no creamos mundos?
Las interpretaciones del mundo pueden ser maneras de hacer mundos. Tanto la ciencia como el arte son maneras de hace mundos.
Dentro de esta teoría, es necesario sostener que el hombre creó a Dios a imagen y semejanza, de lo contrarío aparecería una inconsistencia, puesto que no estaríamos habilitados a afirmar que creamos de no haber sido creados a imagen y semejanza de quien crea.
¿Qué creamos?
Todo lo que sea necesario para saciar la insatisfacción de la incertidumbre y la duda. Creamos y creemos “certezas” que nos hacen creer libres de elección y creación.
Conclusión: El hombre crea, Dios crea. Dios crea, el hombre crea.

martes, 10 de noviembre de 2009

"La creación"

Recién salido de la Morgue, uno de los mundos posibles para "La Creación"

Y entonces el dios araña decidió crear al hombre. Para ello necesitó imaginar una tela que fuera fuerte como el trueno y ligera como el rayo. Dado que la imaginación sería aquello que distinguiría al hombre del resto de los seres, éste necesitaría de la palabra.

Entonces la nariz fue tomando forma, sus manos modelaban un rostro desconocido, pero de tan suyo inseparable de su pensamiento. Luego pensó unos ojos, capaces de ver más allá de la materia.

He aquí entonces que los seres, temblando sus narices (sí, creo que podrían serlo), dieron unos pasos adelante y se acercaron. Sus hocicos brillaban con una suave luz entre los pastos. El dios araña sintió tibieza.

Había mundos allí para lanzarse a explorar y zambullido en ellos construir las imágenes de universos alternos.

Lo miró con sus ojos negros aunque no eran negros o no eran ojos. Y lo nombró Kaos.

De a poco la materia de sus ojos se deslizó y se desplazó. Un nuevo brillo, un nuevo color se desplegó. Hubo un parpadeo.

Se tiñe la ausencia, y todo pasa a un diluirse permanente entre blancos y negros...

Tal vez los cegaría, pensó, como Edipo, para ver como Tiresias, aquellas cosas que nos iluminan y no las que nos enajenan...


MANES (Ale, F- Laura, B)

miércoles, 21 de octubre de 2009

¿Qué no es ilusión?


“Un paisaje que retrocede a medida que nos aproximamos es una ilusión.”

Tal vez la vida misma sea la ilusión de una aproximación hacia la muerte.

Si la muerte es experimentada como certeza apodíctica por los seres vivos; en tanto que estamos en caída libre hacia ella. Qué pasaría si nos posicionáramos en el fondo del abismo y fuéramos seres desde la muerte, con la absoluta certeza de la vida aquí, en este instante, en este momento único, primero y último, eterno e infinito. Este palpitar, este latido, este dolor, este goce es la vida misma que nos colma.

Y si después nada… ¿qué importa?

domingo, 20 de septiembre de 2009

viernes, 21 de agosto de 2009

No sólo del hombre

Qué es real, qué existe? A quién le conforma alguna respuesta?

El hombre es sólo lo que se ve acaso? No.

El hombre lo es todo, es lo que piensa, es lo que sueña, es lo que vive, es lo que lee, lo que narra, lo que siente. Es la totalidad de las cosas con las que convive interna y externamente. El hombre es la piedra que arde al sol, es el río que corre, es el viento que sopla, es el ave que cae, es la nieve que quema. El hombre es ese volcán apagado y aquel otro en erupción, es la tormenta y el día de sol.

El universo entero yace en cada partícula del ser del hombre; vive mezclado y esparcido por el universo, a la vez que íntegro, indiviso e idéntico a sí mismo.

Lo real, lo que existe, es lo que el hombre alcanza a comprender de la totalidad a la que pertenece. Para algunos hombres lo real es lo mediático, para otros, las realidad es inconmensurable. Existe todo lo que pueda ser pensable.

“Un hombre con sentido de la realidad es aquel que conoce el mundo y que también conoce sus sus propios sueños. Ustedes no son sanos: no hay entre ustedes un solo hombre que sepa soñar. […] Ustedes duermen, se despiertan y olvidan lo que han soñado, y vuelven a dormir y a despertar, y así transcurre para ustedes la vida entera, ¡y creen que eso es la existencia, la vida, la realidad! Ustedes no son niños, son adultos, pero dementes.”[1]



[1] Ursula K, Le Guin, The Word for World is forest.

lunes, 17 de agosto de 2009

Lo suave




Las inquietudes vagas, las dudas, la suavidad. Decidirnos por sí o por no. La mente humana oscila entre la luz y la oscuridad. Entre la belleza indescriptible de la carne y la inquietante manifestación del espíritu.


“Vivir angostamente, como las mulas en los desfiladeros.

O con la perspectiva de las avispas, de ojos polifacéticos.

Vivir para sí y para no, para nunca y para siempre.

O vivir talveces, de tornasoles y nostalgias.

Arribar a los fines-picos altos- a fuerza de cuerdas y correajes.

O descubrir lagos interiores, donde la piedra se hunde en

Ondas concéntricas.

Despreciar ese cuerpo-simple honda o saeta- y despedirlo.

O macerarlo en horas, en recuerdos, en vino.”

Osvaldo Loisi, El árbol de la memoria.

viernes, 24 de julio de 2009

No molestar...




I
Estás a punto de empezar a leer la nueva novela de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero. Relájate. Recógete. Aleja de ti cualquier otra idea. Deja que el mundo que te rodea se esfume en lo indistinto. La puerta es mejor cerrarla; al otro lado siempre está la televisión encendida. Dilo en seguida, a los demás: «¡No, no quiero ver la televisión!» Alza la voz, si no te oyen: «¡Estoy leyendo! ¡No quiero que me molesten!» Quizá no te han oído, con todo ese estruendo; dilo más fuerte, grita: «¡Estoy empezando a leer la nueva novela de Italo Calvino!» O no lo digas si no quieres; esperemos que te dejen en paz.
Adopta la postura más cómoda: sentado, tumbado, aovillado, acostado. Acostado de espaldas, de costado, boca abajo. En un sillón, en el sofá, en la mecedora, en la tumbona, en el puf. En la hamaca, si tienes una hamaca. Sobre la cama, naturalmente, o dentro de la cama. También puedes ponerte cabeza abajo, en postura yoga. Con el libro invertido, claro.
...

SI UNA NOCHE DE INVIERNO UN VIAJERO
...

—Y luego estoy aquí, soy el yo de ahora, con esta maleta.
Es la primera vez que nombro la maleta, aunque nunca dejo de pensar en ella.
Y ella: —Esta es la noche de las maletas cuadradas con ruedas.
Me quedo tranquilo, impasible. Pregunto: —¿Qué quiere decir?
—He vendido una hoy, una de ésas.
—¿A quién?
—A alguien de fuera. Como usted. Iba a la estación, se marchaba. Con la maleta vacía, recién comprada. Igualita que la suya.
—¿Qué tiene de raro? ¿No vende usted maletas?
—De éstas, desde que las tengo en la tienda, aquí nadie las compra. No gustan. O no sirven. O no las conocen. Y eso que deben de ser cómodas.
—Para mí, no. Por ejemplo, si se me ocurre pensar que esta noche podría ser para mí una noche bellísima, me acuerdo de que debo llevar conmigo esta maleta, y no consigo pensar en nada más.
—¿Y por qué no la deja en alguna parte?
—A lo mejor en una tienda de maletas —le digo.
—También. Una más, una menos.
Se levanta del taburete, se ajusta ante el espejo las solapas del abrigo, el cinturón.
—Si más tarde paso por allí y llamo al cierre metálico, ¿me oirá?
—Pruebe.
No se despide de nadie. Está ya fuera en la plaza.

martes, 14 de julio de 2009

El tiempo en cine

En esta oportunidad no voy a acompañar este párrafo con una imagen, creo que puedo prescindir de hacerlo.

Este fragmento está sacado de Seis paseos por los bosques narrativos, de Umberto Eco, Editorial Lumen, capítulo 3 “Detenerse en el bosque” Pág. 71.

Me pareció sencillamente magnífico y muy cómico…

Cómo saber que estamos frente a una película Hardcore:

“Hay que controlar si en una película (que contiene también representaciones de actos sexuales) cuando un personaje sube a un coche o en un ascensor, el tiempo del discurso coincide con el de la historia. Flaubert puede emplear una línea para decir que Frédéric estuvo mucho tiempo de viaje, y en las películas normales se ve a una persona que sube a un avión para verlo llegar en seguida en el plano sucesivo. En cambio, en una película porno si alguien se sube al coche para ir diez manzanas más allá, el coche viaja diez manzanas. En tiempo real. Si alguien abre la nevera y se sirve cerveza para bebérsela más tarde en el sofá después de haber encendido la televisión, la acción lleva tanto tiempo como el que les llevaría a ustedes hacer lo mismo en sus casas.

“La razón es bastante sencilla. Una película porno está concebida para complacer al espectador con la visión de actos sexuales, pero no podría ofrecer hora y media de actos sexuales ininterrumpidos, porque es fatigoso para los actores, y al final llegaría a ser tedioso para los espectadores. Hay que distribuir, pues, los actos sexuales en el transcurso de una historia. Pero nadie tiene intención de gastar imaginación y dinero para concebir una historia digna de atención, y tampoco al espectador le interesa la historia porque espera sólo actos sexuales. La historia queda reducida pues, a una serie mínima de acontecimientos cotidianos, como ir a un lugar, ponerse un abrigo, beber un whisky, hablar de cosas insignificantes, y es económicamente más conveniente filmar durante cinco minutos a un señor que conduce un automóvil que implicarlo en un tiroteo a lo Mickey Spillane (que, además, distraería al espectador). Por lo tanto, todo lo que no es acto sexual debe llevar tanto tiempo como lo lleva en la realidad. Mientras que los actos sexuales tendrán que llevar más tiempo del que normalmente requieren en la realidad. He aquí la regla: cuando en una película dos personajes emplean, para ir de A a B, el mismo tiempo que emplearían en la realidad, tenemos la certidumbre de encontrarnos ante una película pornográfica. Naturalmente, son necesarios los actos sexuales, si no, una película como Im Lauf der Zeit de Wim Wenders, donde se ve prácticamente durante cuatro horas a dos personajes viajando en un camión. Sería pornográfica, y no lo es.”

domingo, 12 de julio de 2009

Sylvie


Gérard de Nerval fue durante toda su vida un espíritu atormentado que en los últimos años de su vida, los más fecundos, sufrió graves trastornos nerviosos, como trastorno bipolar, sonambulismo y esquizofrenia, lo que le llevó a temporadas en varios hospitales psiquiátricos, en donde, lejos de curarse, aumentaba su locura leyendo libros de ocultismo, cábala y magia, pero también escribiendo relatos. En una de las situaciones que provocaban sus internamientos fue el de verlo pasear a una langosta con una cinta azul. Estos sucesos unidos a sus problemas económicos, le llevaron a suicidarse ahorcándose de una farola en París, en 1855. Este trágico evento inspiró una litografía de Gustave Doré, quizás la mejor de su obra. Esta enterrado en el famoso cementerio parisino de Père-Lachaise.
Sylvie, joya de la literatura moderna y la mejor narración de Gérard de Nerval, ha llegado a convertirse con el paso del tiempo en un referente inexcusable de la narrativa europea. La relación entre memoria y escritura, la circularidad del tiempo poético o los azares de la percepción son algunos de los rasgos que hacen de esta historia, en palabras de Umberto Eco, "uno de los libros más bellos jamás escritos."

Sylvie capítulo V La Aldea
"Apenas tuve tiempo de responder cuando, de repente, se levantó alegremente, se arregló el pelo ante el espejo y se puso un sombrero rústico, de paja. La inocencia y la alegría brillaban en sus ojos. Nos pusimos en marcha, siguiendo la orilla del Théve, a través de los prados sembrados de margaritas y de ranúnculos, y después proseguimos a lo largo de los bosques de Saint Laurent, salvando a veces los arroyos y los matorrales para acortar el camino. Los mirlos cantaban en los árboles, y los paros huían alegremente de la maleza que rozábamos al pasar.
De vez en cuando, a nuestro paso encontrábamos las hierbadoncellas que tanto le gustaban a Rousseau y que abrían sus corolas azules entre las largas ramas de hojas emparejadas, modestas lianas que se enredaban a los furtivos pies de mi acompañante. Indiferente a los recuerdos del filósofo ginebrino, Sylvie buscaba fresas aromáticas, aquí y allá, y yo le hablaba de La Nouvelle Héloïse, algunos de cuyos fragmentos le recité de memoria.
-¿Es bonito? -preguntó.
-Es sublime.
-¿Mejor que Auguste Lafontaine?
-Es más tierno.
-Vaya -repuso-. Tendré que leerlo. Le diré a mi hermano que me lo traiga cuando vaya a Senlis.
Y, mientras Sylvie cogía fresas, seguí recitando fragmentos de la Héloïse."

jueves, 9 de julio de 2009

La sonrisa del siglo XXI (José Pablo Feinmann)

La nota es excelente!!!!! Acá algunos párrafos para invitarlos a su lectura.

"...Hoy, para cautivar a los votantes, para seducirlos, Mauricio Macri ensaya canciones de Freddie Mercury. Va a lo de Tinelli y las canta con su doble. Algunos se largaron a decir que las cantó mal. Pero, ¿importa? Por ahí es justamente lo que cayó bien. Lo vi esa noche. Flaco, canchero, piola, suelto, ganador. “Este tipo ya se ganó toda la guita, ahora no va a robar”, se dice. “Este tipo sí que sabe hacer la guita, seguro que llena de guita el país”, se dice. “Se dice” era la modalidad que Heidegger había elegido para expresar cuando alguien “dice” algo que dicen todos pero no dice algo propio. Cuando alguien, en lugar de hablar desde sí, habla desde el “se dice”, o sea: no habla, es hablado. No dice, es dicho. No piensa, es pensado. Esta es –precisamente– la función de los medios: conseguir que todos piensen lo que piensan ellos, los que tienen los medios y difunden las ideas que les van a permitir continuar teniéndolos. A veces el mundo no parece tan complejo. Tal vez no lo sea: todo consiste en tener el capital suficiente para apoderarse del aparato comunicacional, el que más desarrollo ha tenido, la verdadera revolución de nuestro tiempo. Esa revolución es profundamente colonialista: se dedica a colonizar la subjetividad de los demás, a apropiársela. Una vez que la posee, ha triunfado. De aquí la férrea defensa del monopolio comunicacional. Cuantos más medios tengas, más mentes colonizarás. Cuantas más colonices más serán tuyas. Cuantas más sean tuyas, más te harán caso y votarán por quién les digas y odiarán a quien les señales."
"...No obstante, uno se siente cada vez más raro en este país y hasta en este mundo. Se mete para adentro, se guarda, escribe y dice algunas cosas. Habla para los que ya están convencidos, unos pocos nomás. No va a reuniones porque se va a encontrar con ese infaltable ejemplar de facho-salame o basurero de medios que nunca falta y, lógico, no va a discutir con semejante almeja. Agarra y se va. Pero si no va antes, no tendrá que irse después. De modo que a comprarse unos buenos videos y a protegerse de la gripe A y de los tele-fachos o de los radio-idiotas o de los Internet-caca. Y a esperar un poco. O un poco más que un poco: puede ser para siempre. Igual, como grandes obstinados, haremos lo que hicimos a lo largo de todos estos años de alegrías y utopías realizadas: escribir, pensar, dar clases. Con el optimismo de la voluntad. O con la esperanza que nos da nuestro amor a los desesperados. Los otros, los que sean felices siendo gobernados por émulos menores de Sarkozy o Berlusconi, adelante, el siglo XXI les sonríe.

martes, 30 de junio de 2009

martes, 2 de junio de 2009

Proliferación de mundos

Imaginemos por un momento la posibilidad de abstraernos de los principios lógicos que estructuran el mundo empírico. Dejemos de lado el tiempo lineal y el principio de identidad.

Tengamos en cuenta que todo posible, no solo tiende a la existencia, sino que además exige existir.

Somos seres que percibimos el mundo no sólo en su aspecto sensible sino más allá, podemos re-crear y re-combinar en el arte todo tipo de percepción y darle la forma más bella y perfecta desde nuestras limitaciones e imperfecciones.

Los senderos que se bifurcan pueden ser todos perceptibles en un mismo tiempo y lugar con una simple multiplicación del mismo individuo, esto parece absurdo pero sin embargo, en el sueño no es necesario colarse por intersticios temporales para robarle a la realidad una cuota de paz. La lógica que rige en el plano onírico es la que más nos motiva para crear realidades alternativas y mundos paralelos más y menos perfectos que aquellos destinados a soportar el peso de la armonía universal sobre sus hombros.

¿Qué me impide afirmar que el hombre capta la universalidad sin tiempo y espacio en el sueño?

Somos parte constitutiva de un mundo que no alcanzamos a comprender completamente, pero no hay nada que vaya en contra de la especulación de que el hombre es capaz de lograr estados en los cuales puede ver claramente cierta cantidad de mundos posibles en un eterno presente. Aunque no puede elegir el mundo que lo haría más feliz, sí puede verlo.

Incluso pensar contrafácticamente es una manera de replantear lo que ha quedado en potencia.

Todo esto pasa a formar parte de lo narrativo, en el plano de la creación artística se subsanan las carencias y las limitaciones que nos impiden multiplicar nuestro ser.

Barba, Laura

martes, 19 de mayo de 2009

In-nombrado mundo


Desperté y seguí durmiendo, ayer, hoy y mañana.

Levanté las persianas mientras las bajaba,

Para ver y no ver la luz que me cegaba.

Descubrí que cinco y ocho no eran números

Y que todas las verdades eternas

Se habían desestructurado.

Fue así que p y no p pasaron a ser factibles

Y concebir un no mundo también.

Ya no eran posibles las antípodas

Todo era y no era al mismo tiempo

El ser y el no ser se unían lentamente

La verdad y la falsedad se fundían y fusionaban

Todo se convertía en algo sin nombre

Poco a poco designar algo como “tal cosa”

se volvió innecesario.

Inútil el esfuerzo de recuperar la palabra.

Lo impensado es innombrable

Y desde este mundo al otro

Sólo hay desconcierto.


Barba, Laura A.

domingo, 17 de mayo de 2009

PEQUEÑAS MUERTES

Los sueños son pequeñas muertes
tramoyas anticipos simulacros de muerte
el despertar en cambio nos parece
una resurrección y por las dudas
olvidamos cuanto antes lo soñado
a pesar de sus fuegos sus cavernas
sus orgasmos sus glorias sus espantos
los sueños son pequeñas muertes
por eso cuando llega el despertar
y de inmediato el sueño se hace olvido
tal vez quiera decir que lo que ansiamos
es olvidar la muerte
apenas eso.


Benedetti

miércoles, 13 de mayo de 2009

Conversación en el golf (Ortega y Gasset)

AL MARGEN DE LOS DÍAS

CONVERSACIÓN EN EL GOLF O LA IDEA DEL DHARMA

En este mediodía radiante de febrero, unos amigos, damas y varones, me extraen de mis ocupaciones habituales y me llevan al golf. Se trata de almorzar allí, bajo el influjo solar, entre las encinas, frente a la bruma azulada de la sierra.

Preocupa a la afectuosidad de estos amigos la escasa higiene de mi vida. A ellos, que viven casi todo el día al aire libre, ocupados en maravillosos ritos musculares, les angustia la idea de que yo pase la jornada encerrado en una habitación, sumergido en la niebla mágica del cigarro y sin más comunicación con la campiña que la sutil y metafórica existente entre las hojas de los libros y las hojas de los árboles. Yo me dejo arrebatar con la deleitable inercia del cenobita que es sorprendido por un tropel transeúnte de ninfas y centauros. Siempre me ha complacido filtrarme un momento en otros universos, con tal de poder luego, por el mismo poro, reintegrarme a mi mundo natural. Y así, mientras el automóvil ejercita su muelle mecánica y las casas huyen vertiginosamente, como arrebatadas por un urgente destino contrario al nuestro, yo me preparo a acoger en mí, una vez más, esta sobria delicia que es un almuerzo en el golf. Ya me parece ver que surge del follaje, súbitamente, el fauno con jersey, tras del cual la ninfa bruna agita su melena al viento mientras ajusta su falda precisa. No lejos emerge el coboldo asalariado, arrastrando un vago carcaj, última manifestación del viejo símbolo erótico, donde las flechas venusinas han sido suplantadas por los palos de juego. El bosque vibra bajo las ráfagas serranas, y en los troncos de los pinos la resina se volatiliza, impregnando el paisaje.

No hay duda; éste es un lugar encantado, sito en una dimensión extrarreal, donde se conserva un extracto de todo lo mejor e imposible: un poco de Paraíso injerto en un poco de Olimpo. La aparición, en efecto, de la pareja de jugadores en un claro de la espesura guarda siempre una certera alusión a la imagen de Adán y Eva, antes del pecado, aunque ya próximos a él. Otras veces es sola Diana, que ciega rápida el ángulo visual, persiguiendo no se sabe qué insustituible pieza. De ella nos queda en el recuerdo un tobillo elástico que empuja bajo sí la tierra y la hace girar del revés. Todo esto flota indeciso entre ensueño y realidad, sostenido sobre la existencia efectiva por mágicas fuerzas de inverosimilitud. Tenía razón el “attaché” a la Embajada inglesa que, apoyando indolentemente su impertinencia en toda la flota británica, dijo el otro día: <>.

En el “verandah” del chalet está servida la mesa. Yo me encuentro sentado entre dos ninfas mayores y enfrente de un fauno, amable entre todos los faunos. Pronto advierto que pertenezco a una especie zoológica evidentemente distinta, menos grácil, menos afín con el paisaje, menos saludable. Estos seres son criaturas de la luz y del viento, casi exentas de gravitación, hechas para deslizarse sobre el planeta sin intervenir en sus faenas oscuras. El sol busca la menuda oreja de la ninfa a mi siniestra y la traspasa voluptuoso, dejándola transparente. El enorme disco triunfa prodigiosamente y derrama su lujo fantástico con tal seguridad y abundancia, que se advierte en él la convicción de su inagotabilidad. Bajo sus rayos, todo se transmuta en oro, especialmente la tortilla que acaban de servir, tan auténticamente orificada que, al comerla, el apetito se vuelve casi avaricia.

-¡Qué bonito es el sol! –dice una de las ninfas, con el delicioso gesto con que podría mostrar una joya familiar, legado de las más viejas herencias.

-Yo no comprendo cómo puede usted vivir sin tomar el sol- me dice la otra.

-Es que yo no vivo, señora –le respondo.

-¿Pues qué hace usted?

-Asisto a la vida de los demás.

-Pero eso es un martirio, ¿verdad amigo mío? –insinúa la ninfa más sensible, rubia, rubia como una cuerda de violín y, como ella, capaz de estremecimientos.

-No hay duda; el asistir a la vida de los demás es el martirio. Mártir quiere decir testigo. Yo atestiguo que usted existe, que es usted ahora, prisionera de los rayos solares, casi un mito perfecto; que el cuello de leopardo en que culmina su abrigo es auténtico, hasta el punto que siento no haber traído el arco y las flechas, ya que ganas de cazar a nadie le faltan, señora, por muy mártir que sea...

Testigo soy, un testigo de la gran maravilla que es el mundo y los seres en el mundo. ¡Y no es misión despreciable, ninfa amiga! Si no existe alguien que atestigüe la existencia de las demás cosas, ésta sería como nula. Vea usted: en este instante, las gentes que nos rodean, los comensales de estas mesas limítrofes, los jerseys que entran y salen, que se juntan y se disocian rápidamente es esta galería, bajo el sol, se hallan ocupados sin resto en vivir cada cual su vida. Nadie advierte que en el batiente de la sombra emanada de esta pilastra acaba de ingresar el gentil rostro de usted; la radiación en torno no permite distinguir bien sus facciones oscurecidas; hija del sol, como pueda serlo una inca pura sangre, acaba usted de naufragar y hundirse en el elemento sombrío. Y como restos de la catástrofe, la fluida tiniebla arroja hasta nosotros sólo tres notas, que son una misma repetida: el blanco de las perlas que lleva usted en el cuello, el blanco de sus dientes y el blanco de sus ojos. Esta triple pulsación de candidez, subrayándose mutuamente, elabora en éste instante un ritmo purísimo, completamente superfluo; pero, sin duda, lo más valioso que en este rincón del planeta está ahora acaeciendo. Si yo fuese prisionero de mi propia vida, no lo habría notado. Pero he cumplido mi alta misión de testigo, y esta realidad, tan graciosa como fugaz, queda para siempre salvada. ¡Todos conservaremos un recuerdo inmortal de su naufragio en la sombra! Homero decía que los héroes combaten y mueren no más que para dar motivo a que luego el poeta los cante. Parejamente, yo diría que usted existe, señora, gracias a que yo doy testimonio de su existencia. Por otra parte, este vino, donde se ha caído un pedazo de sol, es excelente.

-Veo que es usted un mártir agresivo y galante, con algunas condiciones para la elocuencia. Casi me arrepiento de haber sentido hace un minuto cierta tristeza pensando en su vida sin sol.

-Bromas a un lado, Alicia; yo confesaré a usted que hasta ayer no he sabido por qué renunciaba a buscar el sol. Desde ayer sé que lo hago para acostumbrarme a su desaparición.

-¿Cómo a su desaparición?

-Ayer me han hablado de un admirable trabajo que un físico inglés, el doctor Jeans, acaba de publicar, demostrando una nueva hipótesis sobre el origen de los sistemas solares. Según ella, es un error la idea de Laplace, que imagina cada sistema solar como una pacífica nebulosa, poco a poco solidificada, de que se desprenden los planetas. Jeans cree que todo sistema solar nace del choque gigantesco entre dos enormes cuerpos siderales. Resultado de la colisión, arranca uno de otro cierto filamento o vírgula incandescente que se pone a girar sola en el espacio. Esta vírgula se segmenta luego, y sus trozos son el sol y los planetas. Ahora bien, esos choques entre estrellas se producen inexorablemente cada dos billones de años. Nos falta, pues, mucho para que vuelva a efectuarse el choque contra nuestro sistema solar, y el golf de Madrid desaparezca. Entonces todo será tiniebla, y yo, precavido, me habitúo a ello con alguna anticipación.

-Pero ¿Cuánto falta para ese choque? –pregunta alguien.

-Exactamente un billón cien mil años…

Entre tanta han llegado a nosotros jugadores de ambos sexos. Todos se tutean, según el privilegio olímpico. Hablan de los partidos de la tarde que van a comenzar. Se advierte que en esta latitud, en este universo mágico que es el golf, la operación de empujar con un palo una pelota adquiere un rango supremo, y basta para dar sentido a la existencia.

Entonces fue cuando el fauno benévolo que se hallaba frontero, lleno de simpatía hacia mí, me hizo la esencial proposición:

-Usted debía hacerse socio del club y jugar todos los días un partido.

-No, amigo mío; yo no puedo ser socio de este club ni jugar al golf. Semejante desliz me acarrearía castigos milenarios.

-Eso implica una grave acusación contra nosotros –repuso el fauno ejemplar.

-En modo alguno. Si usted no jugase al golf incurriría en el mismo pecado que si yo jugase. Ambos habríamos sido indóciles a nuestro “dharma”.

-¿Bien por el “dharma”! –dijo la ninfa agudísima, apoyando luego el rubí de sus labios en el gran rubí del vaso donde el sol se diluía en borgoña. Detrás de ese “dharma” sospecho toda una teoría. ¡Venga al punto, ahora mejor que después! Con los entremeses llegaron las anécdotas, con la “entrée” se aventuró usted a galantearme, ahora se presenta el asado, lo fundamental; venga, pues, la teoría. ¡No me negarán ustedes que la comida es perfecta!

-Tanto como una teoría no es, Alicia incalculable; se trata no más que de una sospecha y un modo de sentir que tiene treinta siglos de existencia. En ella está resumida la vetustísima sabiduría de todo el continente asiático, su experiencia gigante del mundo y de la vida.

-¿Ha dicho usted Asia? –interrumpió la ninfa audaz. Yo me perezco por Asia entera; mi entusiasmo es continental. En Biarritz suelo leer a Confucio, y mi corazón vacila siempre entre Buda y Gengis-Khan.

-Prescindamos un momento de su corazón, Alicia, objeto tan maravilloso nos llevaría demasiado lejos, arrastrados por su genial oscilación. Con la idea del “dharma” yo quería tan sólo insinuar que es un error considerar la moral como un sistema de prohibiciones y deberes genéricos, el mismo para todos los individuos. Eso es una abstracción. Son muy pocas, si hay algunas, las acciones que están absolutamente mal o absolutamente bien. La vida es tan rica en situaciones diferentes, que no cabe encerrarla dentro de un único perfil moral. En la “Paradoja del comediante” sugiere paradójicamente Diderot que la moral consiste, más bien, en una serie de inmoralidades profesionales. El obispo vende sus bulas y hace muy bien. El comerciante engaña al parroquiano, y hace también perfectamente. La inmoralidad comenzaría cuando el comerciante vendiese bulas y el obispo se corriese en el peso. Esta broma de Diderot oculta bajo su exceso una gran verdad. Noten ustedes que a cada profesión le parecen inmorales los usos de la vecina. Al intelectual, por ejemplo, le parece inmoral el político, porque sus palabras son inexactas, insinceras y contradictorias. El intelectual tiene su misión enunciativa, verbal: cuando ha escrito o pronunciado palabras que expresan algo con precisión, con gracia y con lógica, ha hecho cuanto tenía que hacer; la realización no le interesa. En cambio, el político aspira únicamente a realizar sus pensamientos, no a decirlos. Es, pues, su obligación no decir lo que piensa, no dar al viento su intimidad; su mandamiento no es lírico. La mentira, dentro, al menos, de ciertos largos límites, es para él un deber. La misma discrepancia existe entre las clases sociales. Para una mujer de la pequeña burguesía, son ustedes, las damas elegantes, una representación del demonio. La “petite bourgeoise” cree que la mujer ha venido al mundo para estarse en casa y no fumar. Tiene una moral hecha casi por entero de prohibiciones, y su gran virtud, consiste principalmente, en lo que no hace. Y así ha acontecido siempre. Entre las tumbas de la vieja Roma republicana se conservan muchas donde, bajo un nombre femenino, están escritos estos vocablos de alabanza: “Domiseda, lanifica”: <>.

-¡No me sabía tan escasamente romana! –interrumpió la ninfa del naufragio. Porque, en efecto, reducir a eso la vida es para mí el colmo de la inmoralidad.

-¡Claro está! La misión cósmica de usted es rigurosamente contraria. Siente usted dentro de sí, con idéntica religiosidad, un mandamiento de inquietud, de ensayo y creación. Tampoco yo puedo tener simpatía por la norma vital del burgués, que piensa obrar bien cuando se limita a cuidar su pequeño negocio, conservar la paz de su espíritu, regir toda ampliación de sus ideas, repetir hoy lo de ayer en torno a la camilla y

Voir autour de soi croître dans la maison

sus les paisibles lois d’une agréable mère

de petits citoyens don ton croît éter père

-Ahora si que francamente inmoraliza usted, amigo mío.

-No; yo no pretendo que el burgués abandone su moral; sólo pediría que me deje a mí la mía. Esta coexistencia de mandamientos diversísimos es la que expresa el hinduismo con el dharma. Dentro de la religión hindú caben todas las creencias, todas las doctrinas; el hinduismo no es dogmático. Sólo hay una cosa cuya aceptación exige: el cumplimiento de los deberes rituales. Cada casta tiene un repertorio de acciones permitidas y obligadas, un “dharma”, a que es forzoso ajustarse, porque constituye la ley última del universo. Cada individuo puede llegar a la perfección dentro de su “dharma”, y no puede llegar a ella por ningún otro camino. El brahmán tiene su moral de meditación y ascetismo, como el ksatriya o guerrero tiene la suya de fiereza y combate. Los dioses mismos están sometidos a un rigoroso régimen, tienen que portarse como dioses. Lo ilícito es cometer la trasgresión de un “dharma” y pasarse al ajeno, como no sea por vía de sacrificio. El acto indebido acarrea inexorablemente la reencarnación en una especie inferior. No se diga que no es ésta una moral religiosa. Desde el comienzo de los tiempos, como realidad última del universo, como lo único que da a éste consistencia indestructible, se hallan prescritos los deberes rituales de cada tipo humano. El dios Brama enseñó la gigantesca lista de normas vitales a los demás dioses, y la expuso en cien mil capítulos, según se nos refiere en el <>. En vez de instaurar un solo perfil de corrección moral, anulando la riqueza del cosmos, el hindú respeta y acepta la maravillosa pluralidad del mundo, y en principio, como indica Weber, admite una moral para el ladrón y la prostituta. En cambio, no permite el menor desliz dentro de cada estatuto moral. Uno de los hombres más santos, el rey Vipashcit, fue condenado a graves castigos infernales porque se olvidó de dormir con una de sus mujeres cierta noche en que se hubiera logrado concepción. No hay escape posible. El viejo poema lo dice bellamente: <>. Pues bien, amigo mío: el dharma de usted es jugar al golf, como el mío es un dharma de escritura y conversación. Cuando le veo a usted en su aspecto saludable y juvenil, vestido sin falla, cimbrear el palo de golf, me parece usted un ser perfecto, que honra y decora el Universo. Pero si yo me viera con el mismo atuendo y en idéntica postura, me parecería a mí mismo una objeción contra el buen orden del cosmos.

-Es usted un doctrinario –exclamó entonces el fauno que acababa de recibir mis alabanzas.

-Yo creía ser todo lo contrario. ¿No significa la idea del dharma un sublime empirismo de la moral? Lo que yo sostengo es que no hay acto alguno indiferente, y lo que es bueno en un hombre es malo en otro. Tal vez fuera mejor contrarrestar el patetismo contemporáneo en que suele embotarse toda discusión sobre ética por la más elegante tibieza con que los antiguos en lugar de <> -palabra tremenda- solían decir <>, “quod decet”, lo que va bien, lo correcto. Pues bien: yo creo que no sólo cada oficio, sino cada individuo, tiene su decencia intransferible y personal, su repertorio ideal de acciones y gestos debidos.

Pero fue inútil… Mis amigos habían desaparecido. ¿Mis palabras habían disuelto el grupo afectuoso? No tanto. La razón de su fuga era otra. El golf es inexorable, como la mecánica celeste, y a cierta hora los partidos se forman con ejemplar puntualidad. Ni la amistad ni el entusiasmo bastan para retener a los jugadores. La galería se había quedado solitaria. Únicamente Alicia, con su corazón de máximas oscilaciones, seguía a mi lado.

-¡Ah, ninfa sublime! Lo que ahora hace usted es más sublime que todo. En vez de irse a jugar prefiere usted mi compañía; es decir, sacrifica usted su dharma deportivo a mi dharma de conversación.

-Sí, ¿sabe usted? Ayer, al bajar del automóvil, me hice daño en un tobillo y no puedo andar por el campo.

-¡Ah, vamos!

sábado, 9 de mayo de 2009

Homero (Los griegos)

Sería interesante, aunque inútil, meditar qué nos pasaría si todos nuestros reformadores, revolucionarios, autores de proyectos, políticos y arreglalotodo en general estuviesen empapados en Homero desde su juventud, como los griegos. Quizás comprendiesen que cuando llegue el feliz día en que haya una heladera en cada hogar y en ninguno dos, en que todos tengamos la oportunidad de trabajar para el bien general (cualquiera que éste sea), en que el Hombre Común (quienquiera sea) triunfe, aunque no se haya cultivado, todavía los hombres vendrán y desaparecerán como las generaciones de hojas en el bosque; y que aún seguirá la criatura humana siendo débil y los dioses fuertes e inconmensurables. Tal vez reconociesen también que la cualidad del hombre importa más que sus hazañas; que la violencia y la indiferencia llevarán siempre al desastre y que éste caerá tanto sobre el inocente como sobre el culpable. Los griegos tuvieron suerte al poseer a Homero y fueron prudentes en el uso que de él hicieron.

jueves, 23 de abril de 2009

Cadáver parcial

Dispuesto a iniciar su canto de la tarde, el jilguero miró su reloj solar y contó los segundos que aún faltaban para el momento preciso, el instante fecundo. La luz del sol encendió de verde la hoja del paraíso. Junto al pasto sentado con su guitarra tocaba un tema de Árbol.

El Liquidambar comenzaba a perder sus primeras hojas moradas. Hay cosas que suceden sólo una vez en la vida, tal vez dos.
Del plátano cayeron tres hojas y formaron un escuadrón, el ciprés lanzó el suyo y se tranzaron en duelo sostenidas por el viento hasta caer exhaustas en el suelo entre los chicos que pateaban una pelota en la plaza.

Las hojas caen, y como la lluvia, se hacen constantes. Todo se transforma en un eterno presente que conspira contra el tiempo.
Una melodía envolvente, una regresión al infinito. La materia se confunde y se funde con el vibrar de la música.

Tirando desde el pasto una mirada traslúcida me sonrió y no supe que decir, la música de su risa había hechizado mi mente haciendo silencio en mis pensamientos. Tuve un momento de paz...

Nada más maravilloso que el silencio...
Cuándo realmente sentimos silencio?
Hay posibilidades de un silencio sepulcral?
Tal vez sólo haya menos ruido...

Sostuvo con sus manos los bordes y metió la cabeza en el hueco, estaba tibio y vibraba el vacío. Había respiración murmullo y ritmo, era una canción. Tamborileó con las yemas de los dedos, rasgueó en las cuerdas y su cintura descansó. Pulsó una última vez.

El tan ansiado vacío, la ausencia de toda sensación, de todo sentir.
La nada consumiendo cada minúscula partícula de existencia.
Ya no hay nada que esperar ni en lo que estar esperanzado, ya no hay nada.
En lo absoluto se esparce y aparece la ceguera total del fenómeno.

miércoles, 15 de abril de 2009

Trakl

..."la poesía es un goce en momentos de tranquilidad de emociones vividas en la realidad pasada, y en su conjunto la psicología se abre aquí hacia horizontes de la metafísica como un intento de penetrar en el misterio de nuestro ser humano, la intemporalidad de la creación artística, su trascendencia de lo que aparece y la afirmación en ella del acto libre como posibilidad pura."

TRANSFIGURACIÓN

Cuando cae la tarde
un rostro azul te abandona furtivo.
Un pájaro canta en el tamarindo.

Un monje apacible
junta sus manos ya muertas.
Un ángel blanco visita a María.

Una corona nocturna
de violetas, trigo y uvas purpúreas
es el año de quien contempla.

A tus pies
se abren los sepulcros de los muertos,
cuando posas la frente en tus manos plateadas.

Silenciosa habita
en tu boca la luna otoñal,
sombrío es el canto ebrio del opio;
flor azul
que suena quedamente en piedras amarillas.

Versión de Helmut Pfeiffer

lunes, 6 de abril de 2009

Paul Ricoeur La ética según Aristóteles (fragmento)

Entrevista para la RAI 6/4/1989

¿Hay alguna relación entre la Ética a Nicómaco y la Poética de Aristóteles?

Se puede ver mejor la relación desde el otro lado, yendo de la Poética a la Ética. El elemento común, si se puede llamar así, se halla en lo referente a la acción. ¿Cuál es, de hecho, el objeto de la Poética? Es el de la imitación creadora, por parte del poeta, de acciones notables que conduzcan a los hombres mejores a la acción; una acción que se pone bajo el signo del "exceso". La Poética es la contrapartida de la Ética, no sólo un tratado de estética. La ética nos dice que el hombre consigue la felicidad practicando la virtud; la Poética, a su vez, nos ofrece ejemplos inventados, las grandes ficciones narrativas, como una especie de laboratorio del pensamiento que nos permite combinar, de la manera más diversa, cuatro términos: el bien, el mal, la buena suerte y la mala suerte. Cada tragedia es un itinerario distinto, que nos permite poner en escena, por así decirlo, la relación entre la acción y la felicidad, o la infelicidad, a través de la virtud y del vicio.

¿Qué relación hay entre la responsabilidad del ciudadano ante la sociedad, y ante los demás, en general, y el ideal de la felicidad, considerando que a veces el hombre puede verse obligado a sacrificar su propia felicidad al bien común?

No se puede negar de ninguna de las maneras que para Aristóteles hay un una relación muy estrecha entre ética y política; pero para comprenderlo debemos regresar al concepto de "acción", de praxis, que es el móvil y el centro de todo su pensamiento. La acción verdadera es la que tiene lugar en público, en el "ágora". Hay un texto justo al inicio de la Ética a Nicómaco en que se afirma taxativamente que la ética es una parte de la política. La política, por usar el lenguaje de Hannah Arend, es el espacio público de manifestación de la acción humana. En consecuencia, es por abstracción que algunas virtudes pueden ser consideradas, como diríamos hoy, propias de la vida privada. Pero para un griego, a quien el texto iba destinado, no había separación entre vida pública y vida privada, que es un producto del individualismo moderno. El hombre griego o, por lo menos, el hombre al que se refiere Aristóteles, es integralmente un ciudadano. No existe para él nuestra oposición entre privado y público Las virtudes son públicas y la más importante es la justicia, de la cual se habla en el libro quinto, que consiste en luchar contra los excesos. El justo medio está encarnado por las leyes del la ciudad que distribuyen les beneficios y los honores según el bien común. La línea de demarcación entre ética y política es extremadamente flexible. Somos nosotros, los modernos, quienes hemos hecho de la moral un asunto privado y de la política un asunto público, regulado según criterios diferentes.

TRADUCCIÓN DE RAMON ALCOBERRO PERICAY

ENTREVISTA TOMADA DE http://filosofia.rai.it

http://www.alcoberro.info/planes/ricoeur.htm

viernes, 27 de marzo de 2009

República 347 d-e

..."Porque si hubiera una ciudad formada toda ella por hombres de bien, habría probablemente lucha por no gobernar, como ahora la hay por gobernar, y entonces se haría claro que el verdadero gobernante no está en realidad para atender a su propio bien, sino al del gobernado; de modo que todo hombre inteligente elegiría antes recibir favor de otro que darse quehacer por hacerlo él a los demás."

miércoles, 18 de marzo de 2009

DÍA DE OTOÑO (Rilke)



Señor: es hora. Largo fue el verano.
Pon tu sombra en los relojes solares,
y suelta los vientos por las llanuras.

Haz que sazonen los últimos frutos;
concédeles dos días más del sur,
úrgeles a su madurez y mete
en el vino espeso el postrer dulzor.

No hará casa el que ahora no la tiene,
el que ahora está solo lo estará siempre,
velará, leerá, escribirá largas cartas,
y deambulará por las avenidas,
inquieto como el rodar de las hojas.

Versión de Jaime Ferreiro

domingo, 15 de marzo de 2009

El contrato

Sumisión Voluntaria... ¿Aceptas?




El sistema instituido en el mundo "libre" reposa sobre una especie de contrato aprobado por cada uno de nosotros. Lo firmas cada mañana al simplemente NO HACER NADA.

El Contrato

1- Acepto a la competencia como base de nuestro sistema, aunque sea consciente de que engendra frustración y cólera para la inmensa mayoría de los perdedores.

2- Acepto que me humillen o me exploten a condición de que se me permita humillar o explotar al que ocupa un lugar inferior en la pirámide social.

3- Acepto la exclusión de los marginados, de los inadaptados y de los débiles, porque considero que la carga que puede asumir la sociedad tiene sus límites.

4- Acepto remunerar a los bancos para que inviertan mi sueldo a su conveniencia y que no me den ningún dividendo de sus gigantescas ganancias, que servirán para desvalijar países pobres, hecho que acepto implícitamente. Acepto también que me descuenten una fuerte comisión por prestarme dinero, que no es otro que... el de los otros clientes.

5- Acepto que congelemos o tiremos toneladas de comida para que la bolsa no se derrumbe, en vez de ofrecérsela a los necesitados y permitir a centenares de miles de personas no morir de hambre cada año. (Actualmente en "el granero del mundo" aceptamos que mueran de hambre 8 chicos menores de 5 años todos los días)

6- Acepto que sea ilegal poner fin a tu propia vida rápidamente. Para compensar, tolero que se haga lentamente, inhalando o ingiriendo sustancias tóxicas autorizadas por los gobiernos.

7- Acepto que se haga la guerra para así hacer reinar la paz. Acepto que en nombre de la paz, el primer gasto de los Estados sea el de Defensa. Acepto pues que los conflictos sean creados artificialmente para deshacerse del stock de armas y alimentar así a la economía mundial.

8- Acepto la hegemonía del petróleo en nuestra economía, aunque sea una energía muy costosa y contaminante, y estoy de acuerdo en impedir todo intento de sustitución si se develara que hemos descubierto un medio gratuito e ilimitado de producir energía, ya que esto sería nuestra perdición.

9- Acepto que se condene el asesinato de otro ser humano, salvo que los gobiernos decreten que es un enemigo y me animen a matarlo.

10- Acepto que se divida a la opinión pública creando partidos de derecha y de izquierda, que se dedicarán a pelearse entre ellos haciéndome creer que el sistema avanza. Además acepto todas las divisiones posibles con tal de que me permitan dirigir mi cólera hacia los enemigos designados cuando se agiten sus retratos ante mis ojos.

11- Acepto que el poder de moldear la opinión pública, antes ostentado por las religiones, esté hoy en manos de hombres de negocios no elegidos democráticamente que son totalmente libres de controlar los Estados, porque estoy convencido del buen uso que harán con él.

12- Acepto que la felicidad se reduce a la comodidad, al amor al sexo, y a la libertad para satisfacer todos mis deseos, porque es lo que me repite la publicidad cada día. Cuanto más infeliz sea más consumiré. Cumpliré mi papel contribuyendo al buen funcionamiento de nuestra economía.

13- Acepto que el valor de una persona se mida según su cuenta bancaria, que se aprecie su utilidad en función de su productividad y no de sus cualidades, y que sea excluido del sistema si ya no es suficientemente productivo.

14- Acepto que se recompense generosamente a jugadores de fútbol y a actores y mucho menos a profesores y médicos encargados de la educación y la salud de las futuras generaciones.

15- Acepto que se destierre de la sociedad a las personas mayores cuya experiencia podría sernos útil, pues, como somos la civilización más evolucionada del planeta (y sin duda del universo), sabemos que la experiencia no se comparte ni se transmite.

16- Acepto que se me presenten noticias negativas y aterradoras del mundo todos los días, para que aprecie hasta qué punto nuestra situación es normal y cuanta suerte tengo de vivir en Occidente. Se que mantener el miedo en mi espíritu sólo puede ser beneficioso para mi.

17- Acepto que los industriales, militares y políticos celebren reuniones regularmente para tomar, sin consultarnos, decisiones que comprometen el porvenir de la vida... y del planeta.

18- Acepto comer carne bovina tratada con hormonas sin que se me avise explícitamente. Acepto que el cultivo de OGMs se propague por todo el mundo, permitiendo así a las multinacionales patentar seres vivos, amasar enormes ganancias, y tener bajo su yugo a la agricultura mundial.

19- Acepto que los bancos internacionales presten dinero a los países que quieren armarse y combatir, y que así elijan los que harán la guerra y los que no. Soy consciente de que es mejor financiar a los dos bandos para estar seguros de ganar dinero, y prolongar los conflictos el mayor tiempo posible para poder arrebatar completamente sus recursos si no pueden reembolsar sus préstamos.

20- Acepto que las multinacionales se abstengan de aplicar los progresos sociales de Occidente en los países desfavorecidos. Considerando que ya es una suerte para ellos que los hagan trabajar, prefiero que se utilicen las leyes vigentes en esos países, que permiten hacer trabajar a niños en condiciones inhumanas y precarias. En nombre de los derechos humanos y del ciudadano, no tenemos derecho a la injerencia.

21- Acepto que los políticos puedan ser de honestidad dudosa y tal vez incluso corruptos. Además creo que es normal en vista a la presión que sufren. Para la mayoría de la población, en cambio, conviene la Tolerancia Cero.

22- Acepto que los laboratorios farmacéuticos e industrias agroalimentarias vendan en los países desfavorecidos productos caducados o utilicen sustancias cancerígenas prohibidas en Occidente.

23- Acepto que el resto del planeta, es decir cuatro mil millones de individuos, pueda pensar de otro modo a condición de que no vengan a expresar sus creencias a nuestra casa, y aún menos a intentar explicar nuestra Historia con sus nociones filosóficas primitivas.

24- Acepto que existen sólo dos posibilidades en la naturaleza, a saber: cazar o ser cazado, y si estamos dotados de conciencia y lenguaje, ciertamente no es para escapar de esa dualidad, sino para justificar por qué actuamos de ese modo.

25- Acepto considerar nuestro pasado como una sucesión ininterrumpida de conflictos, de conspiraciones políticas y de voluntades hegemónicas, pero sé que hoy todo esto ya no existe porque estamos en el súmmum de nuestra evolución, y que las reglas que rigen nuestro mundo son la búsqueda de la felicidad y de la libertad de todos los pueblos, como oímos sin cesar en nuestros discursos políticos.

26- acepto sin discutir y considero como verdad todas las teorías propuestas para explicar los misterios de nuestros orígenes. Y acepto que la naturaleza haya dedicado millones de años para crear un ser humano cuyo único pasatiempo es la destrucción de su propia especie en unos instantes.

27- Acepto la búsqueda del beneficio como fin supremo de la humanidad y la acumulación de riqueza como realización de la vida humana.

28- Acepto la destrucción de los bosques y el aumento de la contaminación industrial, y la dispersión de venenos químicos y de elementos radiactivos en la naturaleza. Acepto la utilización de toda clase de aditivos químicos en mi alimentación, porque estoy convencido de que si se añaden es porque son útiles e inocuos.

29- Acepto la guerra económica que castiga brutalmente al planeta, aunque sienta que nos lleva hacia una catástrofe sin precedentes.

30- Acepto esta situación, y admito que no puedo hacer nada para cambiarla o mejorarla.

31- Acepto ser tratado como ganado porque definitivamente pienso que no valgo más.

32- Acepto no plantear ninguna cuestión, cerrar los ojos a todo esto y no formular ninguna oposición verdadera, porque estoy demasiado ocupado con mi vida y mis preocupaciones. Acepto incluso defender a muerte este contrato si me lo piden.

33- Acepto pues, con toda mi alma y conciencia, y definitivamente, esta triste matriz que ponen delante de mis ojos para evitar que vea la realidad de las cosas. Sé que todos ustedes actúan por mi bien y por el de todos, y por ello les doy las gracias.

LO ACEPTO...


Escrito por un anónimo el 11 del 9 del 2003.